La decoración, ambientación o diseño de un local comercial debe entenderse como un todo especialmente diseñado para resaltar las virtudes de su contenido, los productos o servicios, y favorecer la experiencia que viven los potenciales clientes durante su visita.
Cuando nos compramos un taladro realmente no estamos pagando por una herramienta, estamos pagando por los agujeros que haremos con esta. En la arquitectura comercial ocurre algo similar. Si vendes lentes, nuestro objetivo será ayudarte a vender muchos lentes. ¿Cómo lo vamos a conseguir? Diseñando un espacio atractivo, cómodo y funcional; pero siempre pensando y tomando todas las decisiones para que el auténtico protagonista del espacio sea tu producto o servicio, en este caso tus lentes, y no nuestro proyecto.
No debemos convertir la arquitectura en un fin, nuestro trabajo y lo que nosotros vendemos es un medio para alcanzar un objetivo y como tal debemos entenderlo y respetarlo.
Cuando un cliente paga por la arquitectura comercial de su negocio no está pagando por un local comercial espectacular y llamativo. En realidad, está pagando porque ese diseño interior le ayude a vender más, a atraer clientes a la tienda, a que estos tengan la mejor experiencia como usuarios.
Por ejemplo, nuestro objetivo principal como arquitectos debería ser que entren más comensales en un restaurante, exponer un mayor número de prendas en una tienda de ropa, optimizar el tráfico interno de clientes en un almacén de construcción, inclusive para filtrar a través del diseño el tipo de cliente que busque captar para el negocio.
El cliente tiene múltiples y variados objetivos, y entre ellos no se encuentra alimentar el ego del arquitecto. A veces se desconfía de profesionales que en su portafolio tienen proyectos con una enorme carga estética, porque probablemente para lograrlo hayan sacrificado parte de su funcionalidad.
Con todo lo dicho, no se pretende afirmar que la estética de un espacio no deba ser cuidada y pensada, sino todo lo contrario. Ante todo somos arquitectos y diseñadores de interiores, no hay duda de que la estética es decisiva en nuestro trabajo a la hora de perseguir ese objetivo que busca cada cliente.
El ideal de todo buen arquitecto o diseñador es alcanzar el equilibrio entre los aspectos estéticos, funcionales y estructurales. La experiencia y las características propias de cada proyecto nos ayudarán a decidir en cada momento el peso adecuado para cada uno de los aspectos con el fin de encontrar la mezcla adecuada.